Alejandro
Aznar
Presidente ANAVE
La llamada “Economía Azul” aúna todas aquellas actividades relacionadas con la mar.
Muchas gracias, presidente, Antonio Garamendi, por darnos la oportunidad al sector marítimo español de intervenir en este foro de ideas para la recuperación de la economía nacional. En primer lugar, transmitir nuestras condolencias a todos los familiares de los fallecidos por el COVID-19, así como nuestro agradecimiento al personal sanitario y, por supuesto, también a todos los servicios esenciales.
Prácticamente todos los participantes hasta ahora en este foro han coincidido en señalar que la preservación y la creación de empleo deben de ser el objetivo prioritario para España en los próximos años. Para ello, se precisa cuidar el tejido empresarial, promover el diálogo social y definir políticas de Estado que cuenten con el necesario consenso para mantenerlas a largo plazo, aportando así la confianza y seguridad jurídica a los inversores.
La llamada “Economía Azul”, que es aquella a la que represento en este foro, aúna todas aquellas actividades relacionadas con la mar. Es considerada por la Unión Europea como uno de los pilares para la recuperación, no olvidemos que tres cuartas partes del mal llamado planeta Tierra lo conforman las masas de agua, y para España, un país marítimo por excelencia, es más importante por su condición peninsular y sus 8.000 kilómetros de costa. Según el “Estudio 2020” recientemente publicado por la Comisión Europea, la “Economía Azul” comprende los siguientes sectores tradicionales: el transporte marítimo, los puertos, la construcción y la reparación naval, la pesca y la acuicultura, la industria “offshore” y el turismo costero. También, comprende los sectores emergentes como la biotecnología, las energías renovables, la desalinización o los recursos minerales marinos.
En Europa, esta economía da empleo a cinco millones de personas, generando un valor añadido bruto de 220.000 millones (33.000 en España), y en nuestro país genera 950.000 empleos, es decir, somos un auténtico campeón en Europa de la “Economía Azul”, al incluir en los sectores tradicionales el turismo costero. Si desagregamos, si dejamos aparte el turismo costero, el transporte marítimo pasa a ser el primer sector de la “Economía Azul” en Europa, con más de 35.000 millones de valor añadido y más de 400.000 empleos directos. Es, por tanto, la columna vertebral de la “Economía Azul”, y no sólo por su gran valor añadido y aportación directa, sino porque tiene un factor multiplicador de cuatro veces.
Por mar, se mueve alrededor del 90% del tonelaje mundial del comercio marítimo, unos 12.000 millones de toneladas, y unos 60.000 buques mercantes navegan por los mares del mundo. De éstos, un 40% son controlados por armadores europeos, por ello es muy importante preservarlo y que no nos pase como con los astilleros, cuando abandonamos aquella industria frente a otros países, especialmente de Asia.
El transporte marítimo es esencial para mantener la continuidad de las cadenas logísticas internacionales de todo tipo de materias primas y de productos elaborados: si se paran los barcos, se para el comercio y la economía mundial. Un aspecto importante e imprevisto en esta crisis ha sido el relevo de las tripulaciones, hasta el punto de amenazar con paralizar los buques y, por tanto, el comercio.
Se han desarrollado unos detallados protocolos sanitarios que es esencial que todos los países apliquen, yo los llamaría corredores humanitarios. Hay marinos que llevan a bordo ya más de 10 meses, casi un año.
Me alegra poder decir que España en este aspecto, ha sido un ejemplo a seguir, especialmente la Dirección General de la Marina Mercante, dependiente del Ministerio de Transportes, facilitando la movilidad de los tripulantes españoles y de los mismos en otros países del mundo. En el caso de España, se ha demostrado, una vez más, que las líneas marítimas regulares son estratégicas y vitales para el abastecimiento diario a los territorios españoles no peninsulares con todo tipo de productos. Y eso, pese a que algunas empresas españolas han tenido que amarrar parte de sus flotas, aunque han mantenido en todo momento los servicios mínimos, no dejando de atender a sus clientes ni a la población en general.
Mucho se ha hablado en estas sesiones sobre la sostenibilidad y descarbonización. El estudio sobre la “Economía Azul” confirma que el transporte marítimo es el medio de transporte más eficiente en carbono y el que produce menos emisiones de gases de efecto invernadero, por cada tonelada/milla transportada. Lamentablemente, en España el transporte marítimo, motor de la “Economía Azul”, no se corresponde con el tamaño de nuestra economía, que es la quinta en la Unión Europea a 28, es decir, incluyendo al Reino Unido. El transporte marítimo ocupa la posición número 10, no obstante, hay que decir que los armadores españoles han realizado en los últimos cinco años un ingente esfuerzo inversor de unos 2.000 millones de euros para actualizar e incrementar sus flotas, de manera que, a comienzos de este año, hemos alcanzado por primera vez desde hace más de 35 años las cinco millones de toneladas. Sin embargo, el 50%, aproximadamente, de esta flota navega bajo pabellón español, navegando el resto bajo otros pabellones, eso sí comunitarios.
El COVID-19 ha llegado al sector naviero, como a todos los sectores, en un momento muy inoportuno, poniendo muchas navieras en una situación comprometida y teniendo que afrontar caídas de facturación superiores al 50% y, en algunos casos, al 70%, es decir, situándolas en modo de supervivencia. Para apoyar y relanzar este sector proponemos:
– Reforzar la competitividad de la bandera española, especialmente por dos vías que quiero resaltar, que no tienen ningún coste presupuestario. Primero, alineando la normativa española, especialmente en materia laboral, a los estándares de los convenios internacionales que España tiene suscritos; y segundo, centralizando todas las competencias administrativas relativas a los buques de bandera española en un ente público empresarial dotado de gran autonomía de gestión.
– Reconocer el carácter estratégico de los servicios marítimos regulares con los territorios no peninsulares.
– Por último, ampliar la cuantía y, sobre todo, el ámbito temporal, de las reducciones de tasas portuarias que se aprobaron para paliar los efectos del COVID-19 y, por supuesto también, el tema de los ERTEs.
Otro de los sectores tradicionales de la “Economía Azul” son los puertos, un lugar de paso obligado para los buques. España es el tercer país europeo por tráfico portuario y es una posición que debemos mantener. El tráfico portuario español ha caído un 6% en el primer cuatrimestre del 2020. Se ha visto especialmente resentido el tráfico de pasajeros, que ha caído del orden del 95% desde mediados de marzo, con la total inactividad de los buques de crucero. El ministerio de Transporte y Puertos del Estado, en coordinación con las autoridades portuarias, ha aprobado durante el Estado de alarma diversas medidas para ayudar a la comunidad portuaria a superar las repercusiones económicas derivadas de la pandemia, que se concretan en el ahorro e inyección de liquidez por valor total de 350 millones de euros.
La creación de infraestructuras, que promuevan la intermodalidad y la mejora de la eficiencia de los servicios portuarios, toman de nuevo un cariz tras esta crisis, siendo necesario apostar por la optimización de accesos a los puertos que impidan congestiones y demoras, así como la información operativa sin dejar de lado el camino ya iniciado de reducción de emisiones. Una vía, prácticamente sin coste, para mejorar la eficiencia de nuestros puertos es simplificar los procedimientos administrativos de inspección en fronteras, que precisan una racionalización y mejor coordinación.
‘Construcción y reparación naval’ es en Europa una industria especializada de alto valor añadido, porque hace “trajes a medida” como buques de crucero, ferris y dragas. En España, contamos con unos astilleros privados muy eficientes cuya actividad tiene un impacto económico importante en su área de influencia. Tienen gran capacidad de adaptación a la demanda de buques especializados para pesca, servicios marítimos como el remolque portuario, el “offshore” y un fuerte efecto tractor sobre su industria auxiliar conformada en buena parte por pymes. España emplea a 25.000 trabajadores y tiene un valor añadido de 830 millones de euros. Los astilleros son, en definitiva, una industria de síntesis allá donde las haya. Es muy necesario un plan global de reindustrialización que impulse esta actividad como eje estratégico esencial del crecimiento económico y de la generación de empleos de calidad.
Es importante, a la vez, adoptar las medidas adecuadas para fortalecer la cadena de valor y fomentar su competitividad nacional e internacional. Hay que especificar la promoción exterior manteniendo el respaldo del ICEX y los mecanismos de crédito oficial. Para la construcción naval de defensa, es clave el apoyo de la administración a través del impulso de los programas de defensa.
La actividad pesquera en España cuenta con la mayor producción de toda la Unión Europea y genera 575.000 empleos en Europa, de estos, el 20% en España, y tiene un valor añadido bruto de 21.000 millones, aproximadamente el 17%. Es necesario promocionar el consumo de nuestros productos y conseguir que nuestras cuotas de pesca sean proporcionales al volumen de su flota. No me extiendo más porque sé que mañana va a intervenir en estas jornadas CEPESCA.
‘Turismo marítimo y costero’ comprende las actividades de la recepción y atención de turistas en el espacio marítimo y costero incluyendo sus gastos. Es una de las actividades que más duramente se han visto afectadas, al coincidir el Estado de alarma con el inicio de la temporada alta, cuya recuperación se prevé lenta.
Una actividad menos conocida en este ámbito es el turismo náutico. Desde mayo, han ido reactivándose con el objetivo claro de ser considerados destino seguro, etableciendo protocolos sanitarios y difundiéndolos. Es necesario que se incluya esta actividad en campañas de instituciones gubernamentales de manera que se ponga en conocimiento de la población las ventajas de la náutica como forma de ocio que reúne las condiciones adecuadas para el cumplimiento de las exigencias sanitarias, así como adoptar medidas fiscales para incentivar la náutica de recreo como actividad turística generadora de empleo, representando ésta un gran potencial para nuestro país.
Por último, desde la vicepresidencia que ocupa España en la Asociación de Clúster Marítimos Europeos, hemos presentado a la Comisión una serie de medidas para relanzar la “Economía Azul”, entre las que destacaría el fomento de las carreras profesionales azules altamente cualificadas e imprescindibles para el conjunto de las actividades marítimas europeas, que permitiría abordar con éxito el proceso de digitalización en el que nos encontramos. Además, para cumplir con las ambiciones de la industria y de las instituciones europeas para hacer que nuestra economía sea neutral para el clima, será fundamental promover la innovación. Se necesitará ingente apoyo financiero a medio y largo plazo que permita desarrollar los combustibles y tecnologías necesarias para afrontar la descarbonización.
Como conclusión, la “Economía Azul” en su conjunto, y el transporte marítimo en particular, constituyen un activo estratégico para nuestro país que permite a España salvaguardar su independencia geopolítica, mantener la continuidad del territorio y es imprescindible para su recuperación económica e industrial. Sus diferentes sectores están, además, en condiciones de reforzar sensiblemente su peso socioeconómico de generación de empleo y valor añadido, a pesar del fuerte impacto de la crisis del COVID-19, y, de este modo, contribuir positivamente a la recuperación de la economía española. Muchas gracias.