Alfonso
Merry
del
Val
Presidente ANGED
Solo con el desarrollo de las empresas y la iniciativa privada volveremos a generar empleo y riqueza, que es de lo que se trata.
Gracias, Antonio Garamendi, de verdad, y gracias a tu equipo por esta cumbre tan oportuna y organizada de forma tan brillante. Evidentemente, -y lo sabes-, te ofrecemos desde ANGED nuestro más incondicional apoyo a tu excelente defensa de los empresarios en la coyuntura de los últimos tres-cuatro meses, que seguro han sido de los más difíciles para un presidente de CEOE.
Estoy preocupado porque esta es una crisis mundial, pero lo que más me preocupa es que amenaza muy seriamente a nuestro país. Sus efectos serán demoledores sobre el empleo y la economía, y lamentablemente son caldo de cultivo para el intervencionismo y el populismo que comprometen nuestras libertades.
Han pasado ya cuatro meses desde el principio de la pandemia, y el Gobierno todavía no ha trazado un plan concreto, completo y claro para la reconstrucción de nuestro país. Esta indefinición tiene un alto coste para la confianza y la seguridad jurídica, y cuestiona consensos básicos y la propia imagen de España.
Espero poder aportar algunas ideas o propuestas razonables que puedan ayudar y colaborar en la reconstrucción de nuestro país. Como bien se ha mencionado antes, la situación del comercio es sin duda crítica. Ninguna otra gran economía europea ha sufrido tanto como España en el comercio.
Según el último informe de la OCDE, durante el estado de alarma y la desescalada nuestro comercio ha restado ni más ni menos que 9,5 puntos al PIB español. En el mejor de los escenarios, en 2020 el comercio perderá unos 30.000 millones de facturación, sobre todo en categorías de no alimentación, donde hasta la fecha la caída ha sido del 50%.
Tenemos que ser, lamentablemente, realistas. De esta crisis saldremos en España, sin duda, más pobres. Mi primer mensaje es que solo con el desarrollo de las empresas y la iniciativa privada volveremos a generar empleo y riqueza, que es de lo que se trata. Lejos del intervencionismo, la confianza en el sector privado es esencial, y debería guiar la acción del Gobierno hacia la recuperación.
Las empresas son, sin duda, acreedoras de la confianza de la sociedad. En los últimos 40 años, desde la incorporación de España al Mercado Común, hemos superado con gran éxito enormes retos. Son muchos los asuntos que nos preocupan, pero siendo sintéticos me gustaría trazar dos ejes prioritarios: dinamizar el consumo y crear empleo.
Desde ANGED demandamos un gran compromiso nacional para impulsar y recuperar el optimismo y la confianza, el consumo en los hogares y la seguridad del turismo. Somos conscientes de que el empleo es, sin duda, un factor decisivo para recuperar el consumo. Desde que se decretó el estado de alarma, el comercio ha cerrado 91 días. Si a esto sumamos 41 domingos y festivos, -que de media las Comunidades Autónomas prohíben abrir-, el resultado es que en 2020 el comercio va a estar cerrado 132 días. Cerrados un tercio del año natural, o sea, uno de cada tres días con la persiana bajada. Es evidente que tenemos que tomar medidas excepcionales para recuperar, aunque sea en parte, esta pérdida ingente de la actividad y del empleo, que repercute, -no nos olvidemos y lo he repetido muchas veces en los últimos meses-, directamente en nuestra industria, que fabrica los bienes que nosotros vendemos.
Por ello, es razonable impulsar un gran pacto para ampliar horarios de apertura a domingos y festivos durante lo que queda de 2020. Así podremos dinamizar el consumo, dinamizar el comercio y, sobre todo, mantener y reforzar el empleo que las empresas del comercio crean.
Un comercio abierto es, además, una palanca para recuperar parte del gasto turístico a medida que se recupere la afluencia de visitantes. No debemos olvidar, por favor, el efecto arrastre del comercio sobre otras actividades. Algunas de nuestras empresas de ANGED, como por ejemplo El Corte Inglés, tienen más de 10.000 proveedores nacionales, en su mayoría pymes. Solo las compras de ANGED generarán más de 30.000 millones de euros de facturación en la industria y servicios españoles.
Abrir las tiendas sin duda implica reactivar nuestra industria y nuestros servicios. Si todo el comercio, -insisto en mayúsculas-, todo el comercio, que es el corazón de vida de nuestras ciudades, no abre, el consumidor comprará -no tengo nada en contra-, cada vez más por internet, como ha hecho masivamente durante la pandemia.
Esta es, sin duda, la realidad de hoy en un mercado en el que todos los comerciantes, con independencia de su tamaño, tenemos que competir. No podemos abandonar el mercado 132 días. Debemos competir con las mismas reglas y ofrecer las mismas oportunidades a todo el comercio, empresas y trabajadores, que tanto han sufrido durante esta crisis. Pero insisto, con las mismas reglas que compite el comercio electrónico.
Vamos a tener que realizar sacrificios colosales para evitar unas cifras de paro que producen escalofríos. Será imposible superar esta situación sin la negociación y el acuerdo entre empresarios y sindicatos en una mesa de diálogo social. El Gobierno debe de asumir su único rol: facilitar y promover acuerdos sociales amplios y generosos.
Conviene, por tanto, no desviar el debate. No es momento de contrarreformas, sino de medidas excepcionales que ayuden a empresas y trabajadores a adaptarse a la emergencia y la nueva realidad que tenemos, con el fin de mantener o aumentar el máximo posible el nivel de empleo. El camino contrario nos llevará, sin duda, a un colapso laboral.
No es razonable endurecer ahora la carga impositiva a empresas y hogares. Personalmente, pienso que esto es totalmente anacrónico. Todo lo contrario, tenemos que incentivar el empleo, tenemos que impulsar la inversión y tenemos que compensar, hasta donde podamos, el derrumbe de la actividad en nuestro país.
Y, por último, es fundamental ampliar, y que se concrete de verdad, -porque manifestaciones en los medios de comunicación hemos tenido todas las que queramos y más-, pero necesitamos que nuestro país o nuestro Gobierno no convierta nuestra economía en un infierno fiscal y legislativo. Debemos potenciar, fomentar y liberalizar al máximo la inversión.
Durante estos meses, millones de españoles han demostrado un sacrificio y una disciplina admirables, propios de una economía que cuenta, sin duda, con talento, con empresas y con recursos para hacer frente al coronavirus y a lo que se nos ponga adelante.
El comercio ha sido claramente un sector que ha sabido aportar soluciones eficaces gracias a la colaboración de empresas, empleados y proveedores. Hemos garantizado el abastecimiento seguro de alimentos y productos básicos en toda España, -que no ha sido, ni mucho menos, moco de pavo-. Hemos implantado en tiempo récord medidas de seguridad y prevención en todas las tiendas. Constantemente hemos ayudado, cada uno a su nivel y a su alcance, con la operativa del comercio y con su capacidad logística a las autoridades sanitarias. Esta es la fuerza creativa que debe mover la reconstrucción del país. Con trabajo y humildad por parte de todos. Es fundamental la apuesta honesta y leal por la colaboración público-privada.
La suma de estos esfuerzos tiene un impacto colosal al multiplicar sus efectos beneficiosos para toda la sociedad. Espero que estas reflexiones ayuden a evitar perder lo que tanto nos costó ganar desde la Transición, y reformular el contrato social acorde con la emergencia actual.
Y, para terminar, y dentro de la preocupación, evidentemente nuestras instituciones y nuestra clase política están tremendamente cuestionadas, excepción hecha, -y quiero aprovechar para decirlo y creo que así lo manifiesta todo el país y toda la ciudadanía-, de la Jefatura del Estado, que ha estado discreta, humilde y eficaz, lejos del protagonismo, lejos de la foto, lejos de la declaración que acapara un titular, sino trabajando en el bien de España durante estos tres meses de una forma muy significativa. Enhorabuena a Su Majestad el Rey.
Muchas gracias, Antonio Garamendi. Esto es todo, espero haber aportado algo. Gracias.