Antonio
Abril

Presidente Confederación de Consejos Sociales de las Universidades Españolas (CCS)

Debemos sensibilizar a la sociedad española sobre la importancia de la educación en general y de la Universidad en particular. Decimos que España será, en el futuro, el resultado de lo que hoy sea capaz de invertir en educación.

Buenos días. Muchísimas gracias. Muchas gracias a la CEOE por la oportunidad que se le da a la Conferencia de participar en esta Cumbre Empresarial, sobre este tema que nosotros decimos que es la gran asignatura pendiente de la sociedad y de la economía española, que es la educación y la formación.

Efectivamente, como acaba de decir el presidente de la CEOE, el día 26 de septiembre de 2018 comparecimos en el Congreso de los Diputados la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, la Conferencia de Consejos Sociales, la Cámara de Comercio de España, los empresarios, CEOE, CEPYME, los sindicatos, los alumnos, los exalumnos, es decir, de toda la sociedad española, en un acto que yo considero que constituye un hito histórico en la trayectoria de la Universidad en la democracia española, para pedir a las instancias políticas parlamentarias que situarán a la Universidad española como una prioridad estratégica de su acción y que promuevan una nueva ley orgánica universitaria que cuente con un amplio consenso político y social plasmado en un gran pacto de Estado.

Lamentablemente, la respuesta de la clase política se puede resumir en dos palabras y en un solo adjetivo: nula respuesta y nula autocrítica. Yo creo que en España no somos suficientemente conscientes de que el talento formado de nuestras personas es el verdadero motor del desarrollo económico y social, y, por tanto, la garantía de nuestro bienestar social. Y en la formación de ese talento, las universidades, sobre todo las universidades públicas, son protagonistas necesarias e insustituibles. Las empresas no son otra cosa que lo que hacen de ellas, el talento agregado y ordenado de sus personas; y la suma de esos talentos y de esas empresas es la competitividad de la economía de un país que, insisto, es nuestro bienestar social.

En España tenemos indudablemente el talento de las personas y tenemos universidades muy meritorias que han aprendido a hacer más con menos en situaciones muy desfavorables. Pero hay que decir ya, desde ahora, que la falta de reformas estructurales, especialmente en el ámbito de la gestión y del gobierno de las universidades, y su insuficiente financiación llevan años lastrando su excelencia y su capacidad para hacer frente a los retos de este mundo global, competitivo, extraordinariamente cambiante y tecnológicamente disruptivo que nos ha tocado vivir.

España no apuesta por la educación y las cifras y datos así lo demuestran. Somos el sexto país europeo, pero por la cola, en gasto público educativo en porcentaje de PIB. Somos el noveno país, también por la cola, en gasto público universitario entre los 34 países de la OCDE, que proporciona este dato. Y todo esto diseña un entorno de empleo joven y universitario realmente desolador.

Somos el primer país europeo en tasa de abandono escolar temprano. El segundo país europeo en tasa de desempleo joven con 19 puntos porcentuales por encima de la media de la Unión Europea. El segundo país europeo en porcentaje de paro de egresados universitarios, el 9% que, llega al 13% en algunas áreas de conocimiento como Artes y Humanidades, frente a un 4,2% de media europea. Más que doblamos la media europea. Somos el primer país europeo en porcentaje de infraempleo o cualificación, con el 37%. Si sumamos paro e infraempleo, resulta que casi la mitad de los casi 200.000 egresados universitarios que volcamos al mercado cada año, o están en paro u ocupan un puesto de trabajo que no requiere cualificación universitaria, y, por consiguiente, tienen un más que justificado grado de frustración y descontento con una sociedad que les exige un esfuerzo y no es capaz de darles una ocupación adecuada a su mérito.

¿Qué futuro puede esperar un país ante esta situación que además convive con una aparente paradoja? Ese exceso de mano de obra parada o en situación de infraempleo convive con la queja permanente de las empresas de que no encuentran los perfiles profesionales adecuados a sus necesidades. Y no es extraño, cuando, por ejemplo, vemos que España ocupa la decimoquinta posición en la Unión Europea en graduados universitarios en las áreas STEM, es decir, ciencias, tecnologías, ingenierías, matemáticas. Un 22% de egresados universitarios, frente a, por ejemplo, un 36% en Alemania, cuando estas áreas son en principio, y todos lo prevemos así, las que van a generar mejor y mayor empleabilidad en el futuro próximo.

Ante este panorama universitario del empleo, ¿qué ofrece el tejido productivo? La realidad es que lo tenemos, como bien sabemos en la CEOE, constituido inmensamente por microempresas. El 95% de las empresas tienen 10 trabajadores o menos; el 83%, tres o menos de tres.

Sociedades muy centradas en el sector servicio, poco intensivas en la sociedad de conocimiento y en la utilización de nuevas tecnologías y no excesivamente innovadoras, como bien acabamos de escuchar.

Consecuentemente, tienen poca capacidad para crear empleos de alta cualificación. Somos un país muy generoso en la producción de egresados universitarios, mejoramos en cinco puntos las tasas medias europeas y somos el quinto país europeo, de nuevo por la cola, en la generación de empleos de alta cualificación. Tormenta perfecta para la situación de paro y emigración del talento que vivimos. Y esto en la situación previa al COVID-19. ¿Qué va a pasar a partir de ahora?

Esta difícil relación entre Universidad y empresa convive además con un problema cultural histórico, que es el excesivo alejamiento, las excesivas distancias, que han mantenido universidad y empresa, que por demasiado tiempo han funcionado como dos vías de tren en paralelo, cuando en realidad tienen objetivos absolutamente convergentes, como es la competitividad en la economía, que, insisto, es lo que garantiza nuestro bienestar social.

En este contexto actuamos los Consejos Sociales de las universidades españolas, que somos los representantes de la sociedad en la Universidad. Pero, aun así, y a diferencia de lo que ocurre en países europeos con órganos comparables, no somos órganos de gobierno de la Universidad española, sólo somos órganos de control económico y presupuestario del rendimiento de sus servicios, y ello, aún, con un claro desfase entre competencias teóricas y capacidades reales.

Hay que decir muy alto y muy claro, porque hay que corregir esta situación, que España es el país del mundo entre todos los comparables a nivel de universidades, en el que la sociedad tiene el menor grado de compromiso de participación en el gobierno, la gestión y la rendición de cuentas de sus universidades públicas, que, sin embargo, financian mayoritariamente con sus impuestos.

La Conferencia de Consejos Sociales, para corregir esta situación, ha definido cinco objetivos. El primero, sensibilizar a la sociedad española sobre la importancia de la educación en general y de la Universidad en particular. Decimos que España será, en el futuro, el resultado de lo que hoy sea capaz de invertir en educación.

El segundo objetivo es la reforma estructural de la gobernanza universitaria. Viene de la Ley de Reforma Universitaria del año 1983. Ni funciona, ni puede funcionar en la actualidad, con un rector elegido por votación corporativa, que no democrática, porque no cumple requisitos de sufragio activo y pasivo propios de una democracia; de un rector elegido por la propia comunidad universitaria, lo que conlleva un inevitable conflicto de intereses entre los de los electores y los intereses del servicio público de educación superior.

Y, además, eso ha dado lugar a una gestión universitaria donde falta autonomía operativa, falta poder ejecutivo en el rector para poder gestionar el inmenso talento que atesoran las universidades. Hay una excesiva endogamia. Más del 85% de los profesores universitarios españoles enseñan o investigan en la universidad donde han obtenido su tesis doctoral. Hay una escasa profesionalización de la gestión y se practica una política de “café para todos”, absolutamente contraria a lo que tiene que ser la gestión de la ciencia y de la investigación, con arreglo a criterios de mérito y de competitividad.

Tendremos que ir hacia modelos europeos, con voz, con significativa representación de la sociedad, con un presidente de la parte social y un rector designado por sus méritos, que además pueda provenir de cualquier universidad y no necesariamente de aquella en la que investiga o enseña, y dotado de la suficiente capacidad ejecutiva para sacar partido al talento y hacerlo rentable.

Tercer objetivo, mejorar la financiación pública y privada, evidentemente.

Cuarto objetivo, mejorar la transferencia de resultados. Tenemos una Universidad que investiga mucho y bien, mucho más porcentualmente que sus comparables europeas, frente a un tejido productivo que investiga menos que sus comparables europeos.

Hacemos el 3,3% de la publicación científica mundial y, de ella, el 60% o el 70%, las universidades en España. Pero esa investigación ha ido demasiado volcada hacia la publicación, y no tanto hacia la transferencia y a la conversión en desarrollo económico y social junto con el sector productivo. Damos la bienvenida a la regulación en noviembre del año 2018, -nunca es tarde si la dicha es buena-, de los sexenios de transferencia, que van a valorizar en la carrera curricular académica los méritos de transferencia al sector productivo.

Quinto objetivo, la internacionalización. No puede ser que la Universidad española sea la menos internacionalizada de Europa, a pesar de tener ese formidable factor competitivo, que es el segundo idioma más hablado de la civilización occidental. En fin, insisto en lo que siempre le pedimos a los políticos, tres virtudes que hasta ahora no han ejercitado en relación con la Universidad.

Primera, valentía, porque la reforma de la Universidad nunca ha sido fácil, no lo será, pero hay que hacerla porque es necesaria.

Segundo, generosidad, porque la inversión en educación y en universidades siempre es a medio y largo plazo, y siempre más allá de las próximas elecciones.

Y tercero, grandeza de miras, porque hay que saberlo -repito-, que España será en el futuro el resultado de lo que hoy sea capaz de invertir en educación.

En el año 2017, y con esto termino ya, la CEOE publicó un magnífico trabajo titulado “La educación importa, el libro blanco de los empresarios españoles”. Contiene una serie de propuestas. La octava dice lo siguiente: “Intensificar los vínculos recíprocos entre educación y empresa, y el protagonismo del empresariado en la gobernanza ejecutiva de la formación para el ejercicio de una profesión”. La recomendación del Foro Económico Mundial, formulada en el sentido de que las compañías no pueden ser por más tiempo meros consumidores pasivos de un capital humano patrocinado, refleja muy bien un estado de opinión ampliamente compartido por los analistas y por los líderes de las propias compañías. Las empresas tenemos que hacer examen de conciencia, y reconocer que hemos pecado de omisión y falta de compromiso, como en general la sociedad española, con la excelencia y la modernización de nuestras universidades públicas. Hay que cambiar esta actitud, porque es absolutamente necesaria para que España recupere la situación anterior a la crisis pandémica que hemos sufrido y para que ocupe en la economía y en el bienestar de la sociedad el papel que le corresponde. Con esto termino, Muchas gracias.

7ª JORNADA | 23 JUNIO 2021

Innovación y digitalización Educación y formación Pymes

Pedro Mier
Presidente AMETIC
9:00 Innovación y Digitalización
José María Álvarez-Pallete
Presidente Telefónica
Fernando Abril-Martorell
Presidente INDRA
Cristina Garmendia
Presidenta Fundación COTEC
Irene Cano
Directora General Facebook
Helena Herrero
Presidenta HP
Eduardo Serra
Presidente Digitales
Antonio Coimbra
Presidente Vodafone
Marta Martínez
Presidenta IBM
José María de la Torre
Presidente HPE
10:30 Innovación y Digitalización
Tobías Martínez
CEO CELLNEX
María Ferreras
Videpresidenta NETFLIX
Andreu Vilamitjana
Presidente CISCO España
Jaime Hortelano
CEOE Grupo CMC
Carina Szpilka
Presidenta ADIGITAL
Antonio Abril
Presidente Confederación de Consejos Sociales de las Universidades Españolas (CCS)
11:45 Educación y Formación
Francisco Belil
Presidente Fundación Princesa de Girona
José Antonio Sarria
Presidente Comisión de Educación y Formación de CEOE
Gerardo Cuerva
Presidente CEPYME
12:30 Pymes
Alfonso Jiménez
Presidente CASCAJARES
Inés Juste
Presidenta Grupo Juste
Rosa Ferrando
Directora Brócoli Services
Verónica Pascual
Presidenta ASTI
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