Antonio
Brufau

Presidente Repsol

Los países que han mantenido mayor peso de la industria en su economía son más resilientes a las crisis, y más en el caso de una crisis de salud.

Muchas gracias, Antonio Garamendi. Como todos los demás, quiero felicitar a CEOE por ofrecer la oportunidad de reunirnos a todos para hablar sobre cómo podemos construir una España mejor y, al mismo tiempo también, como han dicho mis colegas, recordar a todos aquellos que nos han dejado como consecuencia de la crisis. En nuestro caso particular, nos dejó el anterior presidente de Repsol, Alfonso Cortina, al me gustaría rendir homenaje porque forma parte de la historia de Repsol.

Antes de hablar de energía y sostenibilidad, de las que ya se ha dicho mucho, me gustaría hacer alguna reflexión sobre las políticas que yo creo que deberíamos aplicar para salir de esta crisis que, como ya se ha insistido aquí, ha sido enormemente inesperada.

Lo primordial para salir de la crisis es ser rápidos, adoptar medidas de choque y aplicarlas con determinación. Cuando el enfermo está grave, hay que actuar inmediatamente y con contundencia para salvarlo. Deberíamos centrarnos, por tanto, en aquellas medidas que tengan un efecto inmediato en la recuperación económica y, ante todo, en el empleo.

Una reactivación demasiado lenta o focalizada en cambiar abruptamente nuestro modelo económico puede dañar de manera estructural nuestro tejido productivo. Nuestra acción se debe centrar en las fortalezas que ya tenemos para hacerlas evolucionar con el tiempo hacia aquellas que ambicionamos todos nosotros y que se han expuesto aquí.

Por tanto, tenemos que apoyar y promover la industria de España, la pequeña, la mediana y la grande. No olvidemos que gran parte de nuestros mejores sectores están compuestos por empresas de todo tamaño, con una capacidad de competir internacionalmente elevadísima, y las necesitaremos.

Así mismo, el turismo y la actividad inmobiliaria y de construcción, que forman una parte muy significativa del Producto Interior Bruto español, deben ser piezas fundamentales en la recuperación de nuestro tejido económico.

Tras la tendencia hacia la terciarización de las economías, hemos comprobado que los países que han mantenido mayor peso de la industria en su economía son más resilientes ante las crisis, y más en el caso de una crisis de salud como esta, donde las capacidades industriales debidamente reorientadas han salvado vidas.

Por desgracia, el papel de la industria en España ha ido perdiendo peso en los últimos años y la regulación, probablemente bien intencionada, no ha sido ajena al fenómeno de deslocalización que venimos sufriendo en algunos países de Europa.

En general, en todo lo que tenga que ver con la lucha contra el cambio climático, pensemos en las medidas que de verdad generen empleo rápido y de calidad, evitando aquellas especialmente onerosas que supongan una carga adicional sobre las debilitadas economías del país y de sus ciudadanos.

Un ejemplo de ello -y creo que hoy el presidente del Gobierno va a presentar un plan de actuación sobre el sector de la automoción- es el establecimiento de un plan de estímulo a la adquisición de los vehículos que, además de los eléctricos que, lamentablemente, se fabrican fuera de nuestras fronteras, incluya a los que más utilizan los españoles, los convencionales o híbridos de gama media y baja, que son, además, los que mayoritariamente se fabrican en España.

Sería esta una estrategia ganadora que compatibiliza la protección de un sector clave de nuestra economía con la sostenibilidad, gracias a la reducción de emisiones de todo tipo, por la mayor eficiencia de los motores modernos, por no hablar de la mejora en la seguridad vial.

En la coyuntura actual debemos crear industria nueva, desde luego, pero sumando esta a la ya existente, en vez de pretender sustituir la que hay, precisamente cuando más la necesitamos. Al contrario, nuestra industria actual constituye uno de los más valiosos activos estratégicos de España en este momento.

La industria, ya se ha dicho, paga salarios más altos, proporciona mayor estabilidad en el empleo, tiene una mayor capacidad exportadora e invierte unas cuatro veces más de media en I+D+i que el resto de los sectores.

En este foro no puedo por menos que reivindicar que, para potenciar la industria, primero hay que creer en ella, valorar socialmente al emprendedor, al que asume riesgos y crea la riqueza que luego se podrá repartir mediante un sistema fiscal justo y progresivo.

Entrando ya a hablar de energía, la sostenibilidad, y más en concreto el cambio climático, están en el centro del debate energético actual. Repsol, como ya se ha dicho por parte del presidente, ha sido la primera petrolera del mundo en establecer públicamente nuestra ambición de ser neutrales en emisiones en el año 2050, alineados con los objetivos de la Unión Europea y con el Acuerdo de París, e incluyendo objetivos intermedios, públicos y trazables.

Estamos avanzando rápidamente en el cumplimiento de nuestros compromisos mediante la eficiencia de nuestros negocios tradicionales y la creciente incorporación de los negocios bajos en carbono a nuestro portfolio. Actualmente, un 25% de todas nuestras inversiones están dirigidas a las energías renovables.

Hoy mismo, nuestro consejero delegado está presentando en Bilbao dos proyectos importantes; dos proyectos industriales de descarbonización, muy innovadores, que la compañía pondrá en marcha en la refinería Petronor de Bilbao, con socios nacionales e internacionales.

El primero consiste en la construcción de una de las mayores plantas de producción de combustibles cero emisiones a partir de CO2 e hidrógeno verde, producido con energía renovable. Y el segundo proyecto es una planta de generación de gas a partir de residuos urbanos.

Los proyectos que Repsol presenta hoy, y otros que vendrán, representan la gran cantidad de cosas que se pueden hacer si finalmente impera el principio de neutralidad tecnológica en la regulación. Precisamente el dilema que se debate desde hace ya tiempo en el sector de la energía, globalmente, pero especialmente también en Europa y en España, es ¿qué tipo de rutas tecnológicas debemos seleccionar en nuestra regulación para proceder a la reducción de emisiones y avanzar en la transición energética?

Empezaré diciendo que este debate parte de una premisa falsa, y es que las distintas rutas tecnológicas sean excluyentes y antagónicas y deban seleccionarse unas en detrimento de otras. El reto de la descarbonización es planetario; es tan colosal que vamos a necesitar todas las tecnologías que puedan aportar su granito de arena a la reducción de emisiones.

En mi opinión, el hecho de permitir que las distintas opciones compitan libremente, se complementen y se aplique cada una de ellas en aquello en lo que sean más eficientes, acelerará la transición energética y reducirá el coste de la transición para las empresas, los ciudadanos y el erario público, ahora que el dinero, especialmente el público, debe acometer muchas prioridades.

Dejemos a los tecnólogos y a los científicos hacer su trabajo. Por ello, lo que precisamos es que las autoridades apliquen una óptica de neutralidad a todo tipo de tecnología, ya que somos incapaces de predecir cuáles serán las más exitosas en el futuro.

El determinismo tecnológico nos ha hecho cometer muchos errores en el pasado. No es casualidad que aquellos que exigen de los poderes públicos seleccionar las tecnologías que deben ser aplicadas rechazando otras pidan, asimismo, el reconocimiento oficial de las inversiones que realizan a las mismas para ser retribuidos generosamente, trasladando sus costes sin riesgo a los ciudadanos y a las otras empresas.

Pensemos que la mejor energía es la que no se consume. Por tanto, la eficiencia energética es la primera que debemos priorizar. Creo firmemente en que debemos fomentar dos herramientas básicas vinculadas entre sí. Una estará basada en las energías renovables de todo tipo. Eso sí, a riesgo de la compañía inversora, como acabo de señalar; y la otra será la generación distribuida, que es una forma de incrementar la eficiencia energética del sistema, permitiendo al consumidor autorregularse y no generar centralizadamente más de lo necesario.

Todo ello acompañado de planes que incentiven la mejora de los edificios públicos y privados para reducir sus consumos energéticos. Como decía, en Repsol invertimos a riesgo, ya sea en nuestros negocios tradicionales, como la generación eléctrica renovable o en los combustibles renovables, los biocombustibles avanzados o en el futuro los fueles sintéticos o ecocombustibles. Porque en Repsol creemos que el futuro estará basado en la multienergía sostenible, conviviendo, por ejemplo, la movilidad eléctrica, en la que somos actores relevantes en España, con la movilidad sostenible mediante combustibles líquidos renovables producidos en nuestro país a través de procesos de economía circular y alta tecnología.

No quiero dejar de insistir, una vez más, en que el problema del cambio climático es un asunto global. Seguro que todos ustedes tienen la sensación de que, con la pandemia y el consecuente parón económico en distintas partes del mundo, se están reduciendo las emisiones; no estén tan seguros, a nivel global los datos dicen lo contrario, ya que, con la reactivación económica de Asia, las emisiones continúan creciendo.

China y toda Asia continuarán incrementando sus emisiones, mientras que nosotros y los americanos las reducimos. Y ello porque hemos basado parte de nuestra reducción en la deslocalización de la industria hacia Asia. Mientras en Europa, por ejemplo, estamos desmantelando toda nuestra capacidad de generación eléctrica con carbón de altas emisiones, en China se están construyendo a un ritmo creciente nuevas plantas con una vida útil de 50 años.

Para que se hagan una idea de la magnitud de lo que estoy hablando, se están construyendo en China plantas de carbón con una capacidad de emisiones superior a todas las que estamos desmantelando en Europa. Eso sí, es verdad que también en Europa existen lamentables excepciones. Se ha mencionado Alemania por parte del presidente de Iberdrola. Alemania, país reputado como verde, pero que no solo ha establecido la lejana fecha de 2038 para completar el cierre definitivo de sus plantas de carbón, sino que tan recientemente como en este mismo mes ha abierto una nueva central de 1.100 megavatios de potencia.

Este no es el camino deseable. Tenemos que perseverar en la reducción de emisiones en Europa de forma inteligente, evitando premiar a otras regiones y países que compiten con nuestra industria y que, sin asumir las mismas restricciones que nosotros, generan un gran daño presente y futuro.

Para salir de esta pandemia de manera sostenible pensemos que la sostenibilidad es ambiental, pero también económica. La industria europea y española actual cumple los más rigurosos estándares medioambientales y, como he señalado anteriormente, nos es imprescindible en estos momentos.

Invirtamos en tecnologías que hagan más sostenibles nuestras industrias, pero no las hagamos irse o cerrar. No le servirá de nada al planeta y condenaremos a nuestra juventud y a nuestra sociedad a un futuro menos brillante que el que hemos tenido nosotros la suerte de disfrutar. Muchas gracias.

1ª JORNADA | 15 JUNIO 2020

Apertura Sector financiero Energía y sostenibilidad Operadoras del sistema

Pablo Isla
Presidente Inditex
8:45 Apertura
Juan Roig
Presidente Mercadona
Ana Botín
Presidenta Banco Santander
9:00 Sector Financiero
Carlos Torres Vila
Presidente BBVA
Jordi Gual
Presidente Caixabank
José Ignacio Goirigolzarri
Presidente Bankia
Josep Oliú
Presidente Sabadell
José Luis Aguirre
Presidente Ibercaja
Ignacio S. Galán
Presidente Iberdrola
10:00 Energía y Sostenibiliadd
José Manuel Entrecanales
Presidente Acciona
José Bogas
Consejero Delegado Endesa
Antonio Brufau
Presidente Repsol
Francisco Reynés
Presidente Naturgy
Miguel Antoñanzas
Presidente Viesgo y del Club Española de la Energía
Beatriz Corredor
Presidenta Grupo Red Eléctrica
11:45 Operadoras del Sistema
Antonio Llardén
Presidente Enagas
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