Aurelio
del
Pino
Presidente ACES
Hemos podido comprobar cuál es el valor que aportamos todos, desde el agricultor, la industria, la logística; pero, sobre todo, las redes y las tiendas de distribución y el personal que trabaja con nosotros.
Muchas gracias, presidente Antonio Garamendi, por contar con nosotros en esta Cumbre Empresarial. Quiero felicitarte por esta iniciativa, que entiendo que es ahora más necesaria que nunca. Y antes de empezar, me gustaría también recordar a los españoles que han sufrido con su salud los efectos del Covid, a los fallecidos y a sus familias.
Y también quisiera agradecerte la labor de escucha que has ejercido tú, personalmente, y la coordinación del sector que has tratado de gestionar durante estos días.
Quiero reconocer, igualmente, el trabajo de las patronales de carácter territorial, de las que formamos parte, como CEIM, como Fomento, como la CEA, que nos han sido de gran ayuda en estos momentos tan complejos. Y, además, en esta situación, las distintas patronales y organizaciones que representamos al comercio y hoy aquí representadas, hemos tenido que coordinarnos intensamente para ir planteándole al Gobierno y a las Administraciones nuestros problemas, y tratando de buscar las vías de interlocución.
He seguido con muchísimo interés las intervenciones de los distintos representantes empresariales de hoy y de los últimos días, que entendemos y compartimos mayoritariamente, y yo voy a tratar, en la medida de lo posible, de trasladar una visión práctica de cómo hemos abordado esta pandemia las grandes compañías y cadenas de supermercados, y de cuáles son los retos que tenemos que afrontar en adelante.
La crisis sanitaria la han enfocado nuestros asociados con la conciencia de la enorme responsabilidad que caía sobre nosotros para garantizar que, en un escenario inédito, pudiéramos seguir ejerciendo esa función tractora del conjunto de la economía y proporcionar a la población los suministros básicos.
Y hemos afrontado la situación más compleja y más dramática, con una incertidumbre tremenda, con una gran inseguridad jurídica, sin criterios legales claros y asumiendo una gran responsabilidad y un gran riesgo en la toma de cada una de las decisiones que han ido adoptando las compañías.
Hemos tenido que ser muy proactivos para recabar el apoyo de las Administraciones, es decir, hemos sido los que hemos ido pidiendo y buscando la interlocución permanente y, realmente, gracias a eso se puede explicar parte de lo que ha sucedido estos días.
Tras esta introducción, me gustaría empezar recordando las noticias que abrían los informativos en el mes de febrero. En esos días, incluso desde altas instancias, las cadenas de distribución eran señaladas como las causantes de los problemas del sector agrario. Nosotros entonces lo que hacíamos era defender que el valor que aportamos no solo es en el día a día de los ciudadanos, sino también una capacidad de transformación y de mejora de la cadena agroalimentaria; que el producto agroalimentario solo adquiere su valor cuando se coloca de manera eficaz y eficiente en la despensa del consumidor.
Por supuesto, ojalá nada de lo que ha ocurrido hubiera ocurrido, pero gracias a estas terribles semanas, lo que se ha demostrado es la profesionalidad de las cadenas de distribución y su contribución al bienestar de los ciudadanos y al conjunto de los actores que conforman la cadena agroalimentaria. Hemos podido comprobar cuál es el valor que aportamos todos, desde el agricultor, la industria, la logística; pero, sobre todo, las redes y las tiendas de distribución y el personal que trabaja con nosotros.
Y hemos trabajado muy intensamente con nuestros proveedores. La verdad es que ha sido una relación de mucha tensión en la que todos estamos involucrados, con nuestros proveedores, que representan la parte de la producción que está mejor estructurada y es más eficiente. Y al final, -además a través de múltiples iniciativas-, hemos tratado de incorporar a muchos proveedores que lo están pasando muy mal, porque estaban muy enfocados en el canal horeca, y hemos conseguido, -a través de muchas iniciativas de las empresas-, que también sus productos pasen a formar parte del surtido de nuestras tiendas.
Además de tirar de toda la cadena de valor agroalimentaria, hemos ido ayudando a que, en la situación de anormalidad, se fuera recuperando poco a poco la normalidad. En primer lugar, tratando de seguir haciendo todas las aperturas de las otras secciones de productos no fundamentales, haciendo la vida más fácil a los ciudadanos, atendiendo especialmente a los colectivos más vulnerables, -a las personas mayores, a las personas que están confinadas-, respondiendo a las demandas de los servicios sanitarios y sociales que acudían a nosotros para solicitar los materiales; con la solidaridad con los sectores más desfavorecidos (nuestros asociados, desde el primer momento, han mantenido la línea de apoyo a los bancos de alimentos y a las entidades de carácter social); o bien, recientemente, garantizando la venta máxima de mascarillas que asegura a la población elementos de protección individual.
Es decir, nuestro sector ha afrontado la anormalidad desde una posición de asumir una responsabilidad muy grande sobre la ciudadanía y sobre el conjunto de España. Ahora las necesidades crecientes de nuestro sector, -que ha sido uno de los sectores activos durante la pandemia-, en materia de transporte, de logística, de seguridad, de limpieza, también han servido para que ese tipo de empresa de servicios a empresas, que habían perdido parte de su negocio porque había sectores cerrados, también encontraran un hueco donde poder desarrollar su actividad.
Hemos puesto en valor la potencia y la profesionalidad de los grandes profesionales que conforman los equipos de las cadenas de distribución alimentaria. La capacidad de estos profesionales para transformar radicalmente el negocio ha sido espectacular. En cuestión a veces de días y horas, iban cambiando los escenarios. Nosotros lo hemos repetido en muchas intervenciones, lo que pasaba un día no tenía nada que ver con lo que pasaba la semana siguiente.
Hemos pasado de las compras masivas a las colas en las tiendas, a establecer medidas y protocolos de seguridad. Solo podemos pensar un segundo en esa agilidad que ha permitido, por ejemplo, ampliar el servicio electrónico, aumentar la reposición de producto o instalar, en cuestiones de horas, mamparas y equipos de protección y medios de señalización en las tiendas.
Nuestros asociados no han escatimado en inversiones ni han escatimado en esfuerzos ni en las medidas de seguridad que fueran necesarias para que los supermercados, -que eran uno de los pocos lugares de encuentro-, se convirtieran en espacios seguros en estos días.
Y, además, gran parte de los técnicos han tenido que desarrollar esta labor desde sus casas; en los momentos más difíciles de sus carreras han conseguido incorporar el teletrabajo, que seguramente será una palanca que nos ayude a ser más competitivos también en un futuro.
Y hemos sido el ejemplo para el conjunto de actividades económicas que luego se están incorporando al trabajo, asumiendo con nuestros propios medios y criterios unas funciones y unas responsabilidades en materia de salud pública que no formaban parte de nuestros negocios.
Ciertamente hemos puesto el listón muy alto, con grandes costes y esfuerzos, y ahora se trata, en este nuevo periodo, de que consigamos que la seguridad se garantice igualmente en el resto de actividades, con medidas de seguridad adecuadas y proporcionadas al riesgo.
Queremos reconocer y agradecer públicamente, de manera muy especial, la profesionalidad, la entrega, la dedicación y el compromiso de los trabajadores de las tiendas. Han podido demostrar con orgullo su importancia para el conjunto de la población, y en estos días han recibido una de las mayores satisfacciones que se puede recibir, que son las palabras de comprensión, de agradecimiento y de ánimo de los propios clientes. Tanto la predisposición y la solidaridad de las propias plantillas como los instrumentos de gestión de personal que tenemos dentro de las tiendas han sido decisivos para ir adaptando el trabajo a una situación tan cambiante, -y que ha cambiado día a día-.
Nuestras empresas han sido generadoras de empleo a través de la reubicación de colaboradores de otras actividades, la incorporación y la contratación de nuevos trabajadores. Hemos encontrado, en general, una buena disposición de nuestros interlocutores sindicales en la elaboración de las cuestiones (en algún caso, hemos echado de menos que asumieran la gravedad de la situación y que rompieran determinados discursos), y la estructura empresarial ha demostrado sobradamente su eficacia y su eficiencia. Y ahora afrontamos un proceso que es el de la reactivación económica, y aquí el papel de las instituciones va a ser clave, y necesitamos actuar con responsabilidad, con disciplina, con generosidad, con seguridad jurídica y contando siempre con el sector empresarial, que es el único que puede volver a generar riqueza y empleo.
Y por este motivo, además del apoyo de la UE y de las campañas de promoción de ayudas que ha señalado Pedro Campo, serán precisas profundas reformas estructurales que faciliten la actividad productiva, y que en esta fase de nueva normalidad no nos volvamos a encontrar con la ruptura de la unidad mercado o con determinadas regulaciones que distorsionen la actividad.
Para ello consideramos indispensable reenfocar la luz, -y con esto voy acabando-, en cinco cuestiones fundamentales que voy a resumir a modo de final. En primer lugar, necesitamos formar el marco de nuestra propia actividad. El crecimiento del comercio online durante el estado de alarma ha sido una realidad, y seguramente ya se ha producido un punto de inflexión.
Nuestros asociados ya están inmersos en la transformación y en el reto tecnológico, pero entendemos que hay que avanzar en la liberalización de horarios comerciales y eliminar las cargas y restricciones a la apertura de nuevos establecimientos, para que el comercio físico pueda competir en pie de igualdad y seguir siendo generador de riqueza, de empleo, un elemento estructurador del territorio, y dinamizador del turismo y de otras actividades.
También necesitamos un marco normativo laboral que incentive la contratación y la formación de los trabajadores, basado en la flexibilidad y que permita que mediante el diálogo social se puedan alcanzar acuerdos adecuados a cada ámbito de actividad, para que se mejore la productividad y la empleabilidad de nuestros propios trabajadores. Nosotros seguimos defendiendo que nuestro sector necesita un convenio sectorial estatal de supermercados que dé estabilidad, garantía y seguridad a las empresas.
En tercer lugar, habrá que replantear el enfoque de las medidas de carácter medioambiental para que se puedan asumir por las empresas, sean adecuadas al estado de la técnica del arte y que podamos ser nuevamente las grandes cadenas las que podamos ser las impulsoras de este proceso de incorporación de la sostenibilidad a los modelos de negocios.
Necesitamos, en cuarto lugar, un marco fiscal que favorezca el crecimiento, haciendo que la estabilidad presupuestaria venga de la ampliación de las bases de recaudación, y no del aumento de las cargas tributarias.
Y, por último, entendemos que la unidad de mercado, la libertad económica y la libre competencia son la mejor receta para mejorar la competitividad de nuestra economía y promover la innovación. Por ejemplo, tenemos ahora la regulación de la cadena alimentaria, y entendemos que esta debe servir para garantizar la estabilidad de las contrataciones, pero no para romper o limitar la capacidad de negociación comercial ni generar nuevas trabas para la modernización del sector agroalimentario.
Realmente agradecerte, presidente, la organización de la cumbre, y muchas gracias por todo.

Comercio Asesoramiento y estrategia Sanidad

Fuencisla Clemares

Pedro Campo

Aurelio del Pino

Alfonso Merry del Val

Antonio Garrigues Walker

Fernando Ruiz

Federico Linares

Pedro Mateache

Hilario Albarracín

Gonzalo Sánchez

Carlos Rus

Martín Sellés

Luis María de Palacio

Eduardo Pastor
