Francisco
José
Riberas
Presidente GESTAMP
Estamos ante un desafío en que las empresas de este país deben y quieren ser una parte de la solución.
Buenos días y gracias, Antonio Garamendi, y gracias a todo el equipo de CEOE por organizar esta cumbre empresarial, que va a permitir darnos voz a muchas empresas y a muchos empresarios de este país, que estamos preocupados y que queremos lo mejor para nuestra sociedad y también para nuestras empresas y para nuestros equipos.
Quiero también aprovechar esta oportunidad para enviar un cariñoso recuerdo a todas las víctimas de la pandemia en estos últimos tres meses y a todos sus familiares y amigos que han sufrido esas pérdidas dolorosas. Me parece muy positivo que dentro de esta cumbre se haya decidido preparar una mesa para del automóvil, con una excelente representación del sector. Y creo de verdad que el sector del automóvil es, y debe ser en el futuro, una parte muy relevante de la actividad económica en nuestro país.
Sin embargo, antes de empezar a hablar del automóvil, me gustaría poder exponer algunas reflexiones un poco más amplias sobre el futuro de nuestro país. En primer lugar, yo creo -como ya se ha puesto de manifiesto en otras intervenciones en esta cumbre-, que nos enfrentamos a una grave crisis económica, en la que ya estamos inmersos. Una crisis que nos va a obligar a todos, como sociedad, a trabajar muy duro, a afrontar grandes sacrificios y a hacerlo lo más rápidamente posible.
Estamos ante un desafío en que las empresas de este país deben y quieren ser una parte de la solución. Por otro lado, antes de la Covid, hace ya tres largos meses, nuestra economía mantenía un ritmo de crecimiento bastante razonable, en parte gracias a empresas y a sectores como el automóvil, que estaban funcionando de una manera correcta. Sin embargo, es verdad que ya existían entonces algunos problemas que veníamos arrastrando sin solución y que amenazaban un poco nuestro crecimiento futuro.
Yo creo que, de cara a afrontar y solucionar esta grave crisis que nos amenaza, deberíamos intentar aplicar recetas simples y rápidas, en vez de hacer reflexiones sobre la conveniencia de cambiar o no cambiar un modelo económico y social que ha conducido a España a un período de prosperidad largo, durante bastante tiempo. Creo que deberíamos centrarnos en mantener y potenciar todo aquello positivo que nos ha traído hasta aquí, y, por otro lado, aprovechar la crisis como una oportunidad para solucionar todos esos problemas que llevamos arrastrando, como digo, desde hace algunos años.
En el ámbito de mantener y potenciar aquello que ya funciona, me gustaría incidir en dos aspectos. En primer lugar, en los ERTE, un mecanismo fundamental durante esta crisis, que creo que ha estado bien negociado por CEOE, junto con los sindicatos y con el Gobierno. Un mecanismo que ha permitido a sectores como el automóvil, muy intensivos en empleo y que han sufrido una abrupta caída de la demanda, poder mantener a flote empresas y muchos empleos. En estos momentos me parece fundamental la prórroga y la flexibilización de la aplicación de los ERTE en curso, hasta que la demanda alcance unos niveles suficientes para poder preservar el máximo del empleo. Y no hacerlo así, podría suponer haber hecho un esfuerzo inútil.
Y, en segundo lugar, me parece también fundamental no seguir introduciendo cambios normativos que puedan afectar a la seguridad jurídica y que reduzcan la flexibilidad de nuestras empresas para que puedan invertir y generar empleos a futuro.
En definitiva, a corto plazo no podemos dejar caer a empresas que sean viables, ya que el futuro va a depender de que no se destruya ese tejido empresarial. Si eso ocurre, nos vamos a enfrentar a una crisis que va a ser más profunda, más larga y con una mayor destrucción de empleo. Y, por otro lado, como señalaba, más allá de potenciar aquellos aspectos positivos o fortalezas de nuestra economía, es el momento de buscar consensos sólidos a largo plazo para tratar de solucionar algunas de nuestras deficiencias estructurales, de las que yo destacaría seguramente tres.
La primera, la necesidad urgente de reformar nuestro sistema educativo y nuestra formación profesional para fijar un marco estable, adaptado a las necesidades de futuro. El objetivo sería tener una formación de calidad para nuestros jóvenes, orientada a su empleabilidad en un futuro, que cada vez va a ser más digital y tecnológico.
Por otro lado, es importante seguir fomentando el emprendimiento empresarial, pero también fomentar el crecimiento de nuestras empresas, ya que el tamaño y la escala son necesarios para poder hacer frente a las necesidades en el ámbito del desarrollo internacional, en la innovación y la tecnología.
Y, por último, España necesita contar con un sector industrial más potente, con una contribución al PIB que se acerque al 20%. Un desarrollo sostenible del sector industrial podría absorber una parte de la brecha estructural en materia de desempleo que sufre nuestro país, con trabajos que son bien remunerados, estables y con unos buenos niveles de formación.
Centrándome en el ámbito del automóvil, -como ya ha explicado bien José Vicente de los Mozos y lo harán seguro mis compañeros de mesa después-, es bien conocida la importancia del sector de la automoción dentro de la economía de nuestro país. Una importancia que se refleja en términos cuantitativos, por ejemplo, por la importante contribución al Producto Interior Bruto o por el porcentaje de las exportaciones. Pero también a nivel cualitativo, ya que estamos hablando de un sector con un empleo que es estable y es de calidad.
Nuestro sector ha sido capaz de crecer y desarrollarse hasta situar a nuestro país como segundo proveedor europeo de vehículos, en un mercado altamente competitivo. Y esto ha sido posible gracias a los elevados niveles de productividad de las plantas de los grandes fabricantes en nuestro país y, asimismo, por la potencia y la competitividad de las empresas proveedoras como nosotros.
A pesar de la fuerza de nuestro sector, lo cierto es que ya incluso antes de la Covid existían grandes amenazas para el futuro. A nivel global, el sector del automóvil ya llevaba un tiempo afrontando en paralelo dos importantes crisis, una a nivel tecnológico y también una caída de la demanda global en los últimos años. A nivel tecnológico, el sector está inmerso en un momento en el cual confluyen diferentes disrupciones, que en el argot del sector del automóvil las denominamos como ‘CASE’, que tienen que ver con todos los modelos económicos nuevos alrededor de la conectividad de los vehículos, todo lo que tiene que ver con el vehículo autónomo, la movilidad compartida y también la electrificación.
Todas esas tendencias son absolutamente importantes, pero quizás quepa destacar la electrificación o el vehículo eléctrico y, más en sentido amplio, cualquier tipo de tecnología aplicada para reducir las emisiones, porque está teniendo en los últimos años un importante impacto en la sociedad y el propio sector del automóvil.
Pero, por otro lado, la fabricación mundial de vehículos en los últimos dos años ha caído sustancialmente y, ya a finales del año 2019, existía una importante sobrecapacidad a nivel global.
En este entorno, el impacto de la Covid estimamos que supondrá una reducción aproximada del 25% de la producción de vehículos en el año 2020, o lo que es lo mismo, un entorno de 20 millones de vehículos menos. Y en este marco difícil a nivel global, existen grandes riesgos para el sector del automóvil en nuestro país.
A pesar de nuestra competitividad, -que antes ha señalado José Vicente de los Mozos-, lo cierto es que estamos asistiendo ya a una gran pelea entre las fábricas de nuestros clientes en diferentes partes del mundo para atraer la fabricación de los nuevos modelos, especialmente aquellos con mayor proyección de futuro, como pueden ser los vehículos eléctricos o los híbridos enchufables.
El hecho de que no existan centros de decisión en nuestro país en esta difícil coyuntura no hace más que incrementar claramente el riesgo a futuro de nuestra industria. Y ante esta peligrosa situación, es muy importante reaccionar rápidamente y con decisión.
En este sentido, el plan de impulso a la industria de la automoción presentado este lunes por el Gobierno me parece una decisión acertada. En ese plan se recogen diferentes medidas, todas positivas para el sector, pero lo fundamental es que se ponga en marcha de una manera decidida y lo antes posible. Es necesario, cuanto antes, lanzar un mensaje claro a todos los grandes fabricantes, -y antes de que se tomen decisiones que puedan ser contrarias a nuestro país-, de que el Gobierno va a apoyar proyectos que garanticen la viabilidad del sector a largo plazo y que España es un país amigo del sector del automóvil.
Dentro de las medidas contenidas en el plan, me gustaría destacar dos ámbitos. A corto plazo, creo muy importante las medidas tendentes a estimular la demanda y el reemplazo de los vehículos antiguos o viejos, -que son negativos en términos de emisiones-, por vehículos más eficientes del ámbito de vehículos eléctricos o híbridos enchufables. Y, además, este anuncio, junto con la necesaria prórroga y flexibilización de los ERTE, mandaría un mensaje claro y positivo del Gobierno a los grandes fabricantes, en una coyuntura que es muy compleja para todos ellos.
Y de cara al futuro, pero empezando ya, desde ahora, es necesario diseñar un plan estratégico claro con los diferentes actores del sector, para conseguir que en unos años España sea un país de referencia en la fabricación de vehículos eléctricos y vehículos híbridos enchufables.
No va a ser fácil, pero si no conseguimos atraer esas producciones a nuestro país, corremos el riesgo de perder cuota de fabricación a medida que la penetración de esos vehículos aumente en nuestros mercados. Nada más ya, por mi parte. Solo quiero agradecer de nuevo a Antonio Garamendi y a CEOE por estas jornadas. Estoy convencido de que durante todos estos días muchas empresas van a hacer aportaciones muy valiosas para el futuro de sus sectores y para el futuro del país. Y confío de verdad en que seamos capaces entre todos de sacar adelante esta crisis y construir un futuro mejor para nuestro país. Muchas gracias.

Industria Automóvil Agroalimentaria

Carles Navarro

Clemente González Soler

Bernardo Velázquez Herreros

Ignacio de Colmenares

José Miguel Guerrero

Javier Ormazabal

Alberto Gutiérrez

Francisco José Riberas

María Helena Antolín

Raúl Palacios

Gerardo Pérez Jiménez

Tomás Fuertes

Antonio Hernández Callejas

Carlos Moro

Paulo Soares

Ignacio Osborne

José Domingo de Ampuero

Pedro Barato
