Irene
Cano
Directora General Facebook
La digitalización de la sociedad y de las empresas serán palancas claves para nuestra recuperación.
Gracias, Antonio Garamendi. Me gustaría comenzar agradeciendo a CEOE la organización de este foro de ideas para contribuir a la recuperación económica de España y agradecer la invitación que nos habéis trasladado a participar en él. Quiero empezar también, como todos mis predecesores, trasladando mi más sentido pésame a todas aquellas personas que, como es mi caso, han perdido algún ser querido durante la pandemia.
Trasladar también mi deseo de una pronta recuperación a todos aquellos que ahora mismo están enfermos y también mi agradecimiento a todas las personas que han estado en primera línea luchando contra la pandemia, y a aquellos que han trabajado enormemente por garantizar la producción y el suministro de los productos necesarios para que pudiésemos superar y sobrevivir durante este confinamiento.
Voy a intentar centrar mi intervención en dos pilares fundamentales. El primero de ellos es el papel clave que la tecnología ha tenido durante esta pandemia; y el segundo, los profundos cambios sociales y empresariales que la tecnología ha generado y las oportunidades que están suponiendo y que se están creando tanto para las personas como para la economía.
La transformación digital se ha acelerado exponencialmente durante las últimas ocho semanas. Según McKinsey, en condiciones normales hemos avanzado en estas ocho semanas lo que nos habría costado avanzar aproximadamente cinco años.
En un momento en el que el confinamiento impuso restricciones a la movilidad física, la tecnología, a través de inteligencia artificial, de realidad virtual y de realidad aumentada, ha contribuido a eliminar, o en algunos casos también a reducir, la distancia social transcendiendo el espacio físico. No tenemos más que mirar hacia atrás, no más allá de 30 años, si queremos entender los beneficios que la tecnología ha traído en este confinamiento; pensar qué hubiese sido un confinamiento hace 30 años sin un móvil, sin internet y con dos canales de televisión en los que no se podía elegir la programación.
Durante el confinamiento la sociedad se ha visto propulsada a un mundo digital hiperconectado -no en vano, el uso de internet, según McKinsey, ha crecido 14 puntos porcentuales- en el que la tecnología ha traído profundos cambios para empresas y sociedad, como he dicho anteriormente y voy a intentar detallar.
A nivel social, las principales tendencias que nosotros hemos identificado son: la digitalización de las relaciones, el teletrabajo y la educación en remoto o a distancia. A nivel empresarial, y como consecuencia de los cambios que la sociedad ha experimentado y los cambios de los hábitos de los consumidores, hemos visto un florecer del comercio electrónico, el “e-Commerce”, y una transformación acorde de los modelos de negocio. Voy a intentar profundizar levemente en cada una de estas tendencias.
En cuanto a las relaciones personales o las conexiones, es obvio que, al restringirse la movilidad, lo que hemos visto es un florecer de las plataformas digitales que permitían a las personas conectarse y relacionarse entre ellas.
He visto que se han compartido muchos datos entorno al crecimiento que han experimentado, pero como punto importante, solo en marzo las llamadas de voz y las videollamadas se multiplicaron por dos en Messenger y en WhatsApp; y el intercambio de mensajes en WhatsApp creció por encima del 50%, hasta situarse en niveles típicos del último día del año.
En cuanto al trabajo en remoto, pese a que empezaba a ganar atracción antes de la pandemia, ha sido durante estos meses en los que las personas se han visto obligadas a trabajar desde sus casas utilizando la tecnología para poder adaptarse a este nuevo entorno laboral, cuando se ha roto una de las principales barreras que existían al teletrabajo, que era una barrera cultural que es la presencial.
La experiencia, forzada en este caso, nos ha permitido entender y comprobar que trabajar desde casa se puede, y, además, se puede hacer de manera eficiente. Además, ha permitido, tanto a empresas como a trabajadores, observar los potenciales beneficios de este teletrabajo. En primer lugar, para las empresas, reducciones de costes, optimización de recursos y una contribución importante a la mejora medioambiental, reduciendo la contaminación, obviamente, porque se limita la movilidad.
Pero en el caso de los trabajadores, también han visto cómo ganan autonomía, pueden organizar mejor sus horarios y, por lo tanto, conciliar más y mejor, incrementando su motivación y, por ende, obviamente, su rendimiento y su productividad.
Y el teletrabajo tiene también una ventaja fundamental, no solamente para las empresas, sino para la sociedad, que es que deslocaliza el talento. No fuerza ya a centralizarlo en un punto físico, que normalmente suele ser una gran urbe.
Esto puede suponer una enorme oportunidad para devolver el progreso a la España vaciada, a través de la tecnología; ese progreso que en algún momento otra forma de progresar posiblemente les quitó.
Es una oportunidad no solamente para trasvasar talento geográficamente dentro de España, sino para importarlo de allá donde ese talento esté. En un país con tantos atractivos como el nuestro, es un compromiso que tenemos que adquirir todos, el hecho de que podemos importar talento allá donde se encuentre.
En cuanto a la educación a distancia o a la educación en remoto, el coronavirus obviamente ha obligado a cerrar escuelas y a cerrar instituciones académicas hasta el nuevo curso escolar y, por ello, si queríamos continuar con una mínima actividad educativa, a desarrollar modelos y herramientas digitales que trasvasasen esa educación presencial a una educación virtual y, obviamente, se ha hecho a través de plataformas virtuales, tanto para la formación reglada como para la formación no reglada.
Necesitamos, eso sí, y esto es muy importante, que esa innovación y esos avances educativos sean para todos, sean universales y no vengan a incrementar la ya existente brecha digital, generando nuevas fronteras al conocimiento derivadas de un acceso dispar a la conectividad, entendiendo como conectividad no solamente el acceso a las redes, sino también el acceso o la disponibilidad de los dispositivos, y el acceso a contenidos personalizados, dependiendo del tramo de sociedad o de las personas a las que vayan dirigidos.
En cuanto al “e-Commerce”, la crisis se ha acelerado los niveles de digitalización, limitando las interacciones físicas, con lo cual las digitales se han disparado, han crecido exponencialmente.
El comercio online en todas sus facetas, en todas las actividades previas a esa compra, a ese comercio, y posteriores a ese comercio, han sido claves para la supervivencia y para el crecimiento de muchas de las empresas de nuestro país durante estos meses. Este crecimiento no va a ser puntual, se queda, se va a convertir en estructural, y ya estamos viendo cómo hay muchas empresas que fijan objetivos de negocios digitales en entornos del 20% y 30%.
Obviamente, estoy hablando de empresa tradicional, porque la empresa digital tiene objetivos de negocio mucho más cercanos al 100%. El impacto directo de la economía digital en el total de la economía española estaba en un entorno del 9% del PIB antes de la pandemia, y no ha parado de crecer en los últimos meses.
Conociendo además las fuertes inversiones que muchas de las empresas tienen que hacer para ser capaces de transformarse digitalmente, desde Facebook hemos intentado acelerar todas las soluciones de comercio electrónico para ponerlas a disposición de las empresas, independientemente de su tamaño y de la ubicación geográfica en la que operen, para que, en cuestión de minutos, cualquier empresa en nuestro país pudiese comercializar sus productos a través de internet.
En un país como España, donde el 99% de las empresas son pymes, las plataformas digitales son el perfecto puente hacia la economía digital, y la economía móvil, ambas, claves para mejorar la productividad y permitir a nuestras empresas competir de manera global y, además, continuar creciendo de pequeñas a medianas empresas, y de medianas a grandes empresas, si es en el medio mejor que en el largo plazo.
Para ello, debemos entre todos ayudar a nuestras empresas a abordar los profundos cambios estructurales y culturales que les permitan afrontar este futuro con éxito, entre los que la formación posiblemente sea la necesidad más acuciante. Teniendo en cuenta que, según datos europeos, el DESI, ocupamos el puesto 16 en el desarrollo de competencias tecnológicas, básicas y avanzadas, estamos por detrás de la media europea. Realmente la formación, no solamente de la fuerza laboral de las empresas, sino de la sociedad en general, en las competencias digitales necesarias para operar en la economía digital, es la única garantía que tenemos como país para progresar.
Y aquí es más importante que nunca la colaboración público-privada. Este es el principal ámbito donde eso se tiene que producir. Para terminar, dada la relevancia indiscutible que la digitalización, y también el uso de internet, van a tener en nuestras vidas, es el momento, y este tipo de debates lo son, para que definamos, entre todos, el internet que queremos para nosotros y para nuestros hijos.
Esta crisis ha generado grandes cambios y grandes incertidumbres, pero también grandes oportunidades y, sin duda, la digitalización de la sociedad y de las empresas serán palancas claves para nuestra recuperación y para la estabilidad y el bienestar social del fantástico país en el que vivimos. Muchas gracias

Innovación y digitalización Educación y formación Pymes

José María Álvarez-Pallete

Fernando Abril-Martorell

Cristina Garmendia

Laurent Paillassot

Irene Cano

Helena Herrero

Eduardo Serra

Antonio Coimbra

Marta Martínez

Tobías Martínez

María Ferreras

Andreu Vilamitjana

Jaime Hortelano

Carina Szpilka

Antonio Abril

Francisco Belil

José Antonio Sarria

Alfonso Jiménez

Inés Juste

Rosa Ferrando
