Ismael
Clemente
CEO Merlín Properties
Las medidas que necesitamos son más bien medidas de liberalización, de flexibilización de nuestra actividad y, en algunos casos, de nivelación del terreno de juego frente a competidores, ya sean nacionales o internacionales.
Muchísimas gracias, presidente de la CEOE. Parece que estamos todos inmersos en una especie de ola de negatividad y conviene ser lo más concisos posible respecto de qué hacer para intentar mejorar cada uno en nuestro sector y salir cuanto antes de este bache que nos ha provocado la pandemia de coronavirus.
En nuestro sector, a nivel general, obviamente vamos a resultar afectados; somos un sector terciario, coadyuvantes del sector primario y secundario. Por lo tanto, si al sector primario y secundario de generación de productividad, PIB y empleo le va mal durante un tiempo, a nosotros nos irá mal, pero no tenemos necesidades de ningún tipo de subvenciones ni ayudas que creemos que deben guardarse para aquellos sectores que realmente lo están pasando mal.
Turismo, transporte, automoción, son los sectores que van a requerir ayuda por parte de todos los actores públicos y privados en nuestra economía. En nuestro caso, las medidas que necesitamos son más bien medidas de liberalización, de flexibilización de nuestra actividad y, en algunos casos, de nivelación del terreno de juego frente a competidores, ya sean nacionales o internacionales. Simplemente que nos permitan poder seguir creando riqueza y empleo.
En primer lugar, sería importante no continuar insistiendo en atacar el régimen REIT. El régimen SOCIMI ha constituido un vehículo de ahorro y de canalización de la inversión productiva que ha resultado muy exitoso en España, que ha sido un país que lo ha adoptado de forma relativamente tardía en comparación con los otros 60 países de la OCDE, que ya lo tienen desde hace mucho tiempo, pero que realmente ha modernizado y ha traído profesionalidad al sector inmobiliario español y un montón de inversión extranjera en los momentos más delicados del ciclo anterior cuando más se necesitaba.
Por tanto, modificar reglas en ese sentido no nos va a ayudar de cara a nuestro prestigio frente a inversores extranjeros. Se mezclan de forma artificial y, en muchos casos, equivocada, el régimen REIT, el régimen SOCIMI, con vivienda.
Ninguna de las compañías que cotizamos en el mercado continuo, ni muchas de las que están en el MAB, tenemos vivienda. También se nos acusa de una especie como de elusión o planificación fiscal que, para cualquiera que sea capaz de hacer los números, no existe; simplemente es que hay una posposición del momento en el que la administración tributaria percibe el ingreso, que no se percibe en origen, sino en destino, cuando se elevan los flujos hasta el inversor. Por tanto, creemos que habría que continuar profundizando en el desarrollo de este régimen; habría que homologarlo en todo lo que sea posible con los países de nuestro entorno.
Por ejemplo, sería muy importante, como ocurrió en Estados Unidos, que se permitiese la neutralidad fiscal de las aportaciones de activos a una SOCIMI a cambio de capital.
Por otra parte, en materia de fusiones, en materia de operaciones empresariales, siempre hay una neutralidad. En materia de aportación a SOCIMI a día de hoy, eso no es así, salvo que se produzca por fusión y sería bueno modificar o matizar esto porque en Estados Unidos dio lugar a un incremento significativo del tamaño y, por tanto, de la competitividad internacional de este tipo de vehículos.
Un montón de familias que gestionaban de forma poco profesional sus patrimonios los aportaron a este tipo de vehículo y se constituyeron grandes gestores patrimoniales en Estados Unidos, que a su vez se convierten en investable por parte de mutuas, aseguradoras, fondos de pensiones, que generan toda una industria para el ahorro privado del país. Si algún día queremos tener ahorro privado en España complementario a nuestro sistema de pensiones, será importante fomentar este tipo de vehículos.
En materia de oficinas, hay un equilibrio entre demanda y oferta; no está pasando nada especial en el mercado. En la situación antes del COVID-19 prevalecía la demanda, teníamos más demanda que oferta porque estábamos creciendo tanto en ocupación como en renta de forma coordinada, cosa que no ocurre muy fácilmente a lo largo de los ciclos.
En estos momentos lo que más nos preocupa, obviamente, es que la caída del PIB, la caída del empleo y la destrucción de tejido empresarial nos pueden causar un impacto como sector terciario. Si al primario y el secundario les va peor, obviamente, a nosotros nos afecta. Pero a diferencia del ciclo anterior, no hay sobreoferta, la oferta está absolutamente bajo control y los niveles de rentas de los que se parte son muy bajos. De hecho, están entre 70% y el 80% del pico de ciclo anterior, cuando nuestros países competidores internacionales están en el entorno de 120%-130%. Aquí el punto de partida no es especialmente peligroso.
Hay un debate en la calle sobre el teletrabajo. Nosotros no vamos a entrar en él, creemos que es un debate que hay que dejarlo que se desarrolle lo que tenga que desarrollarse y que actúen con libertad tanto empresas como trabajadores a la hora de adoptar o no adoptar las medidas de teletrabajo que tengan a bien considerar.
Nosotros no debemos entrar en él porque se nos consideraría parte interesada. Ya hubo un debate sobre el teletrabajo en los años 90 y creemos que tiene una serie de peligros que no sé si se están teniendo en cuenta adecuadamente por parte de los actores. Pero, en cualquier caso, es mejor dejarlo, es mejor dejar que se desarrolle lo que tenga que desarrollarse, que se vean luego sus efectos en materia de productividad.
Es obvio que en el mercado hay una serie de actores que no están especialmente interesados en la productividad y, por tanto, esos actores que no están interesados en la productividad convertirán el teletrabajo probablemente en una bandera y el teletrabajo será adoptado de forma amplia, me imagino, en administraciones públicas, en grandes corporaciones con plantillas muy sindicalizadas, etcétera. Pero luego hay todo un tejido productivo que no puede permitirse una pérdida de productividad y, por tanto, que no puede permitirse económicamente tener a una parte muy significativa de la plantilla en teletrabajo, porque necesita afinar a tope sus costes y su productividad.
Vamos a dejar que ese debate fluya y veremos cuáles son los efectos a cinco años vista. No tenemos ningún tipo de preocupación. Creemos que lo que induzca a la desocupación en oficina va a resultar más que compensado por el fin del puesto de trabajo caliente, el hot-desking, y por las medidas de distanciamiento social que van a hacer que la densificación de edificios de oficinas que estábamos viendo últimamente en el entorno de los 6-7 metros cuadrados por empleado, tengan que volver a replantearse y tal vez volvamos a los… muy reciente, hace menos de 10 años, no se podía identificar por debajo de 10 metros cuadrados por empleado.
Para el que entienda de oficinas, sabe de lo que estoy hablando, sabe a lo que obligamos a los sistemas de aireación, de filtrado, de evacuación anti incendios, cuando metemos ese nivel de densificación en los edificios. Tal vez se empiece a repensar esto y creo que eso tendrá mucho más efecto en la demanda de oficina que lo que pueda inducir el teletrabajo.
En materia de centros comerciales, creo que lo único importante que habría que trabajar es la flexibilidad de horario. Yo creo que hay un concepto instalado desde los años 80, de que los centros comerciales son una especie de enemigo del comercio de calle. Esto ya hace 40 años que se ha visto que no es así, que el comercio de calle sigue funcionando perfectamente y que, por cierto, los centros comerciales se han transformado en reuniones de autónomos y pequeñas empresas que establecen sus puntos de venta, aprovechando la demanda que le genera un centro comercial por inducción de tráfico.
Por tanto, una vez que se ha visto que eso es así, y una vez que se ha visto que un centro comercial genera empleo de una calidad bastante más interesante que el que genera el comercio online, creo que hay que permitir que los centros comerciales compitan contra el comercio online, al menos en un terreno de juego nivelado; que no tengan que tener una mano atrás y una pierna pegada al suelo. Para eso, tienen que tener libertad de horario, tienen que poder abrir a las horas que consideren adecuado hacerlo y tienen que tener también, para aquellos que vayan cayendo por el camino, una flexibilidad de usos que permita la reconversión, que permita convertir esos centros en logística de última milla.
En materia de logística, lo único que sería interesante es una mayor coordinación con la Administración Pública y una mayor colaboración para la conectividad de la logística, fundamentalmente con vía férrea, puertos, aeropuerto y autopista.
Es decir, a día de hoy hay una dificultad para conseguir conexiones y para tener interlocución con la Administración, para conseguir la conexión de infraestructuras necesarias, para que la logística sea más eficiente desde el punto de vista de coste y de eficiencia energética. Por tanto, infraestructuras y conectividad en coordinación con la Administración Pública.
Y por terminar, simplemente, ya puestos, sería interesante que se nos facilitará el autoconsumo energético, la evacuación de energía a red y el transporte de parte de los excedentes que generamos en los techos de nuestras naves al resto de los activos de nuestra cartera mediante un peaje razonable que nos permita autoconsumir nuestra propia electricidad. Muchísimas gracias.

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