Lorenzo
Amor

Voy a tener el placer de ser la última intervención en esta primera semana de cumbre. En primer lugar, quiero felicitar a CEOE, al presidente Antonio Garamendi, a todo su equipo de gabinete de comunicación y a todas las personas que han sido partícipes en la organización de esta gran cumbre. Es una cumbre absolutamente necesaria y de especial relevancia en un momento en el que la unidad y la solidaridad empresarial son clave para afrontar la crisis actual y la que, desgraciadamente, vendrá. Una cumbre que, pese a los intentos de algunos por desvirtuarla, muestra la realidad de esta nueva CEOE, en la que estamos todos: grandes empresas, pymes, autónomos, emprendedores y jóvenes empresarios. En la que demostramos que nosotros, el tejido empresarial, sí que sabemos lo que es la unidad.

No quiero seguir con esta intervención sin un recuerdo sentido a todas las víctimas del COVID-19 y a sus familias. Mi reconocimiento y agradecimiento a los sanitarios y a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado que han estado en primera línea en esta crisis sanitaria. Pero, también, a todo el tejido empresarial por su responsabilidad en el confinamiento y por su solidaridad y trabajo incansable cuando su actividad ha sido esencial en los peores momentos de esta crisis.

Insistiendo en la solidaridad, y no pudiendo citar aquí a cada una de las empresas, iniciativas y gestos que se han dado, me gustaría, en nombre de todos los autónomos, agradecer a todas las empresas, a todas las instituciones y a todos los particulares que se han volcado, que han ayudado, a través de moratorias, a través de fraccionamientos en los pagos, a través de iniciativas a todo el colectivo de autónomos.

He seguido con interés las diferentes intervenciones que ha habido a lo largo de estos días en esta cumbre. Hay lugares comunes en prácticamente todas ellas. Las medidas han sido insuficientes, ha habido improvisación y falta de diálogo, y esta crisis puede ser mucho más profunda si no se reacciona a tiempo. Esta crisis ha sacado lo peor y lo mejor de España, también de su clase política. Hemos asistido a la mayor visión de la ideología y del dogmatismo de algunos responsables políticos sobre los empresarios y el tejido empresarial.

Hemos oído declaraciones que han evidenciado que no parecen vivir en este mundo o que, si bien sí eran conscientes de que la crisis sanitaria existía, miraban para otro lado en cuanto a la crisis económica y social, pese a no parar de afirmar que nadie se iba a quedar atrás. También, parece que el confinamiento ha afectado a la clase política y le ha alejado aún más de la realidad social y económica a la que deberíamos estar dando respuesta. En definitiva, han demostrado, con algunas excepciones, que no han visto una empresa en su vida ni tampoco la entienden. Desgraciadamente, la realidad les demostrará que los dogmatismos no crean ni mantienen empleo.

Por ello, debemos, desde nuestra responsabilidad y siendo aquellos que sí sabemos lo que es crear empleo, generar actividad y también mantener ese empleo, reclamar que se acometan medidas urgentes, realistas y ágiles antes de tener que lamentarlo.

El 95% de los autónomos, a día de hoy, ha resistido el envite de la crisis, pero no sabemos qué va a pasar mañana. El 60% de estos autónomos prevé que su facturación se reducirá a la mitad este año con respecto al pasado.

Se han adoptado medidas en favor de los autónomos y el tejido empresarial, sí, pero claramente insuficientes. Hay 800.000 autónomos que se han quedado fuera de cualquier tipo de ayuda, entre ellos más de 200.000 familias que tienen unas actividades temporales que el día 14 de marzo no cotizaban. Me estoy acordando en este momento de los feriantes, de actividades culturales, musicales, chiringuitos, comercios, hostelería y que, pese a nuestra insistencia, llevan tres meses sin que se les haya dado respuesta.

Los ERTEs sin duda han servido de freno a la destrucción de empleo, y el crédito ha sido el tratamiento o la vacuna adecuada en una situación de falta de liquidez. Ahora bien, les digo, la moratoria, los aplazamientos, la financiación, -que está muy bien-, no han sido un regalo ni tampoco se va a perdonar. Es algo que tendremos que pagar. Y la cuestión es cuándo podremos pagarlo y cómo estaremos cuando tengamos que hacerlo.

Es por ello que hay que hacer más, y desde ATA, los autónomos creemos que hay 10 claves y recetas que son imprescindibles para el mantenimiento y la reconstrucción de nuestra economía, y el apoyo a la base de nuestro tejido productivo, de nuestro tejido empresarial que son los autónomos.

Los ERTEs, como primera clave, deben prorrogarse de forma automática hasta el 31 de diciembre. Es la única forma de salvar 500.000 empleos y evitar las pérdidas de 200.000 empleadores de aquí a final de año. Es cierto que el 90% de los autónomos y las empresas se han activado, tienen actividad. Aún quedan todavía casi 400.000 actividades paradas, y la actividad media ha caído un 60% con respecto al año anterior. Es muy difícil con estos datos mantener la plantilla que se tenía el 29 de febrero o reincorporar a trabajadores. Un empresario no incorpora a un trabajador en ERTE por las bonificaciones de la Seguridad Social, sino que lo hace cuando hay demanda, cuando hay actividad. Pensar lo contrario es desconocer cómo funciona un autónomo o cómo funciona un empresario.

Por ello, ser cicatero con la flexibilidad de los ERTEs o la exoneración de las cotizaciones puede suponer un daño irreparable para autónomos empleadores, para empresas y también para nuestros trabajadores. Otra clave es la prestación por cese de actividad, que se debe de prorrogar. Quedan 11 días para el 30 de junio, fecha de su finalización, y confío que no esperen a las 11:00 de la noche del día 30 para prorrogarla. Esperamos también que no se olviden del diálogo social y no sea, como en otras ocasiones ha sucedido, un monólogo social. Hay muchos sectores en los que es esencial que se prorrogue, pues seguirán sometidos a restricciones y tendrán también muy poca actividad. Quiero recordar todas las actividades artísticas, la educación, taxis, autónomos de temporada, hostelería y sector turístico.

Me gustaría en este capítulo agradecer el papel de las mutuas de accidentes de trabajo, un ejemplo de gestión, que han sido capaces, en mes y medio, de pagar un millón y medio de prestaciones a los autónomos españoles. Pero, además, hay que facilitar el acceso a la prestación ordinaria por la que cotizan los autónomos. Somos conscientes que muchos, desgraciadamente, se van a quedar en el camino y su única protección va a ser esa prestación ordinaria.

El crédito, la financiación, es la tercera clave y ha sido una vacuna fundamental. Casi 600.000 autónomos se han beneficiado de esta línea de avales ICO. Pero los problemas van a llegar dentro de unos meses. Hay que no solo ampliar la dotación, sino también la vigencia más allá del 31 de octubre. Hay que preparar un escudo de liquidez para el otoño, incluso para el invierno, porque muchas actividades van a necesitar la financiación en esa fecha.

La cuarta clave son la seguridad jurídica, la confianza y la estabilidad. Son tres palabras que el presidente de CEOE no se cansa de repetir, pero son tres palabras clave para la inversión, para el mantenimiento y la generación de empleo.

Tenemos que crear, como quinta clave, un entorno fiscal adecuado. Subir impuestos no toca, no es el momento y, como se ha dicho aquí antes, nadie de nuestro entorno lo está haciendo. Al contrario, vemos cómo Alemania baja el IVA a determinados sectores, o cómo Portugal rebaja los impuestos de Sociedades. Hay que crear un entorno fiscal atractivo y que no penalice la creación de empleo. Muy al contrario, que la favorezca. También, hay que premiar a todos esos autónomos y empresas. Uno de cada cuatro empresarios ha sido capaz de mantener el 25% del tejido empresarial, han sido capaces de mantener su plantilla a pulmón sin acudir a ERTEs.

Y no quiero olvidar, como sexta clave, un problema que en momentos de crisis surge: la economía sumergida. Su peso en España y el riesgo de que se incremente durante esta crisis hará que el reparto del coste de la crisis sea desigual, y la paguen más los honestos. No podemos mirar hacia otro lado y permitir lo que sin duda supone una clara competencia desleal hacia aquellos que cumplen, que pagan sus impuestos y sus cotizaciones a duras penas.

Séptima clave, la morosidad. Llevo años escuchando: “Tolerancia cero con la morosidad”, y cada mes, cuando conocemos los datos de periodos medios de pago de las Administraciones Públicas, vemos que ni administraciones locales, ni administraciones autonómicas de media pagan en los 30 días que establece la ley. Algunos ayuntamientos pagan en más de 400 días. Ya va siendo hora, y sobre todo en estas circunstancias, de que a una Administración que no paga en tiempo y forma le ocurra como cuando nos ocurre a un autónomo o a una empresa que no cumplimos en los periodos que se nos fija un pago: que tengan un recargo inmediato.

Octava clave, la Administración y sus trabas. Necesitamos una Administración amable, ágil y eficiente, que no ponga trabas, que evite trámites innecesarios, que evite duplicidades y que trabaje de forma contundente para la simplificación administrativa. Necesitamos más documentos únicos que sirvan para todas las Administraciones Públicas. Hay que conseguir que determinadas licencias no sigan siendo un infierno.

Novena clave, la cotización a la Seguridad Social. En España hay 1.300.000 autónomos societarios. La cotización del autónomo societario no puede ser una carga del autónomo, tiene que ser un coste de la empresa, como son las cotizaciones de los trabajadores de esa empresa. Pero, además, hay que dar pasos para facilitar que los autónomos puedan adecuar sus cotizaciones a los ingresos en tiempo real, sin obligaciones, pero incentivando que lo hagan. Algo que seguro muchos autónomos han aprendido en esta crisis. También, hay que pensar reducir la cotización a aquellos autónomos cuyos ingresos no llegan al SMI para evitar bajas y evitar su escape hacia la economía sumergida, al menos de forma coyuntural.

Y, por último, la décima clave, la digitalización y la formación. Aprovechemos esta digitalización forzosa para dar el salto tan necesario para la digitalización de nuestra economía. La digitalización no puede ser solo un discurso. Y hablando de digitalización, hay que cambiar el chip de una vez por todas. Todos debemos abrirnos al cambio y la transformación necesaria que necesita nuestra sociedad.

Tenemos que romper con los dogmatismos y los tópicos como la estigmatización del empresario. Como dijo Churchill: “Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir, otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar y muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”. No hagamos que el drama vivido y los problemas destapados no hayan servido para nada. Esta cumbre debe ser, y seguro que va a ser, ese primer paso hacia la acción. Tiremos más fuerte aún del carro y el lunes nos volvemos a ver. Nos volveremos a ver en esta cumbre con diferentes mesas. Mesas que se dedicarán al comercio, el asesoramiento, la estrategia y la sanidad. Muchas gracias y buen fin de semana.