Tobías
Martínez
CEO CELLNEX
No vamos a sobreponernos con éxito a esta crisis si no hacemos una apuesta decidida por superar uno de los grandes lastres de nuestra economía, que es la menor productividad en relación con nuestros competidores europeos más directos.
Muchísimas gracias y buenos días a todos. En primer lugar, gracias por invitarme a participar en esta Cumbre Empresarial organizada por CEOE y, sinceramente, Antonio Garamendi, te felicito por esta iniciativa y me apunto a las palabras de que compartimos un proyecto con un objetivo común que es recuperarnos y salir hacia adelante. También, me sumo al recuerdo y al reconocimiento de todos aquellos que han sufrido más de cerca el impacto de la crisis de la COVID-19, a quienes nos han dejado y a quienes lo han combatido desde la primera línea. Como decía Hölderlin, el gran poeta romántico alemán: “Allí donde crece la amenaza y el peligro, también crece lo que nos salva”, y la crisis del COVID-19 ha supuesto una gran disrupción en términos de salud pública, ya lo hemos visto, pero también lo estamos viviendo en términos económicos y en términos sociales.
En este sentido, ha sido una disrupción como no la hemos conocido en los últimos cien años, tan solo en los periodos de guerra. Pero, a la vez hemos contado, como sociedad, con una novedad, con un antídoto que no sabría decir si nos ha salvado, pero que sí nos ha ayudado a mitigar al menos el impacto de esta crisis, y ha sido la conectividad y la digitalización. Es pronto aún para extraer conclusiones respecto a lo que habremos aprendido y lo que nos quedará cuando superemos esta crisis, pero lo que sin duda es ya un hecho es la aceleración de la digitalización de muchos procesos en nuestro día a día.
No sé cuánto habríamos tardado en condiciones normales en adoptar estos cambios, estas herramientas de trabajo y de relación social, como las múltiples aplicaciones de videoconferencia y trabajo cooperativo, pero se han instalado entre nosotros y se han demostrado como un elemento crítico del sistema nervioso digital. Esto ha permitido que una parte no menor de la economía haya mantenido niveles más que aceptables de actividad, con todo lo que ello supone en términos de mitigación del impacto económico y social. No olvidemos que se han seguido prestando todos los servicios básicos a la población en régimen de una cierta normalidad.
Lo que sí sabemos con certeza es que no vamos a sobreponernos con éxito a esta crisis si no hacemos una apuesta decidida por superar uno de los grandes lastres de nuestra economía, que es la menor productividad en relación con nuestros competidores más directos, y me refiero a los países que nos rodean, a los países de la Unión Europea. No podemos pensar que nuestra competitividad se juega siempre en el territorio de los costes salariales, tradicionalmente más bajos en nuestro país. Tenemos que apostar por la mejora de la productividad como el factor determinante para el salto cualitativo que tiene que dar la economía española, y es, además, el factor clave de sostenibilidad competitiva a largo plazo.
Una parte de este ‘gap’ deberemos cerrarlo insistiendo en el tamaño, en la consolidación y en la internacionalización de nuestro tejido empresarial. Es importante que nuestras compañías ganen en tamaño y ganen en dimensión. Y hay una correlación muy clara entre la dimensión de nuestras compañías y la productividad, pero no es suficiente. No es solo una cuestión de tamaño, tenemos que apostar aún más decididamente por el vector de la transición digital de la economía y de la sociedad española.
De la mano de la digitalización, aflora una mayor productividad, una mejora en la eficiencia de todos los procesos o las derivadas en materia de sostenibilidad y cambio climático, que vemos también recogidas en el proyecto del Pacto Verde Europeo que está impulsando la Comisión Europea. Afloran, también, nuevos modelos de negocio que demandarán nuevos perfiles profesionales que hoy aún ni identificamos y que ofrecerán nuevas oportunidades. Aflorará, definitivamente, la industria 4.0 apoyada en la eclosión del ecosistema del 5G.
En buena medida, estamos ante la urgencia, pero también ante la gran oportunidad de reimaginar o de transformar la economía de nuestro país: acelerando la digitalización, impulsando procesos de consolidación, gestionando la transición hacia la economía baja en carbono, apoyando sectores más intensivos en conocimiento y de mayor valor añadido e invirtiendo en las infraestructuras necesarias para asegurar un entorno atractivo para la inversión y la innovación.
Para que haya innovación y digitalización deben existir infraestructuras de conectividad que serán tanto físicas como virtuales, y tanto fijas como móviles. Este proceso de reimaginación y transición del modelo económico en España pasará, como apuntaba, por el desarrollo de un ecosistema 5G. El 5G permitirá un flujo de datos diez veces más rápido que el actual de cuarta generación, dividirá por diez los tiempos de respuesta y multiplicará por diez la densidad de conexiones debido a los miles de millones de objetos y dispositivos conectados. Lo que está en juego en el despliegue de esta nueva tecnología va más allá de estas cifras. Se trata de una disrupción que nos permite entrar definitivamente en la era digital, dará lugar a nuevos modelos económicos, negocios y servicios tanto para las empresas como para ciudadanos, y creará profesiones que hoy ni siquiera imaginamos.
En la salud, la educación, la movilidad y los servicios públicos superará las limitaciones físicas y geográficas, de ahí también la importancia de la formación digital para no dejarnos a nadie atrás. De poco serviría una transformación que divida a la población entre quien puede acceder a un mundo digital y quien no puede, y ya no solo por medios técnicos, sino por capacitación.
Será un despliegue gradual que irá ganando en velocidad desde hoy hasta el 2025 y demanda un volumen de inversiones sin precedentes. De ello, dependerá la competitividad industrial y de servicios en España y en Europa en su conjunto.
Estamos ante un reto estratégico reflejo de la competencia por el liderazgo digital dentro de la Unión Europea, y también en relación con otras grandes regiones económicas del mundo. Pensemos que el 5G o será industrial o no será, siguiendo la estela de lo que ya han puesto en marcha países como Alemania, Francia o los Países Bajos. Debemos potenciar, como país, el desarrollo de redes privadas 5G en entornos industriales. Redes privadas que permitan a las plantas de producción y a los polos de todos los ámbitos, de los sectores químicos, de la automoción y a los grandes polígonos industriales disponer de las prestaciones necesarias para implantar aplicaciones y procesos cuyo despliegue solo será posible sobre la base de una infraestructura pensada para 5G.
La tecnología 5G está aquí y es una buena noticia. Es uno de los catalizadores para el plan de recuperación en Europa en el Next Generation de la Unión Europea que, recordemos, movilizará 750.000 millones destinados a programas que pivoten sobre los ejes de la transición digital y ecológica. Los dos avanzarán de la mano y como país debemos ser capaces de co-liderar estas transiciones.
Estamos ante un conjunto de cambios que impactarán positivamente a nuestras vidas. Los vehículos conectados, la movilidad inteligente y sostenible, la telemedicina, la robotización de la industria o la realidad aumentada formarán parte de nuestra vida cotidiana. Digitalización e innovación como dos caras de una misma moneda.
En este proceso de reimaginación no se nos debe escapar que la clave estará en la complicidad y trabajo cooperativo entre el sector público y privado. No es lo uno o lo otro, sino los dos. Disponemos como país de una tupida red de universidades, centros tecnológicos y de innovación que no avanzaran si no es de la mano de empresas que den salida concreta al impulso emprendedor que ahí se gesta. En definitiva, depende de nosotros. No nos hemos olvidado de todo lo que veníamos haciendo hace solo tres o cuatro meses, se trata de seguir desarrollando la conectividad, la digitalización, la formación e impulsar la innovación. Muchísimas gracias por su atención.